San Jerónimo
Nació en Dalmacia (Yugoslavia) en el año 340. San Jerónimo cuyo nombre significa: «El que tiene un nombre sagrado», consagró toda su vida al estudio de las Sagradas Escrituras y es considerado uno de los mejores, si no el mejor, en este oficio.
En Roma estudió latín bajo la dirección del más famoso profesor de su tiempo, Donato, quien era pagano. El santo llegó a ser un gran latinista y muy buen conocedor del griego y de otros idiomas, pero muy poco conocedor de los libros espirituales y religiosos. Pasaba horas y días leyendo y aprendiendo de memoria a los grandes autores latinos, Cicerón, Virgilio, Horacio y Tácito, y a los autores griegos: Homero, y Platón, pero casi nunca dedicaba tiempo a la lectura espiritual.
Jerónimo dispuso irse al desierto a hacer penitencia por sus pecados. Pero allá, aunque rezaba mucho, ayunaba, y pasaba noches sin dormir, no consiguió la paz, descubriendo que su misión no era vivir en la soledad.
De regreso a la ciudad, los obispos de Italia junto con el Papa, nombraron como Secretario a San Ambrosio, pero este cayó enfermo, y decidió nombrar a San Jerónimo, cargo que desempeñó con mucha eficiencia y sabiduría. Viendo sus extraordinarias dotes y conocimientos, el Papa San Dámaso lo nombró como su secretario, encargado de redactar las cartas que el Pontífice enviaba, y luego lo designó para hacer la traducción de la Biblia. Las traducciones de la Biblia que existían en ese tiempo tenían muchas imperfecciones de lenguaje y varias imprecisiones o traducciones no muy exactas. Jerónimo, que escribía con gran elegancia el latín, tradujo a este idioma toda la Biblia, y esa traducción llamada «Vulgata» (o traducción hecha para el pueblo o vulgo) fue la Biblia oficial para la Iglesia Católica durante 15 siglos.
Alrededor de los 40 años, Jerónimo fue ordenado sacerdote. Pero sus altos cargos en Roma y la dureza con la cual corregía ciertos defectos de la alta clase social le trajeron enemistades y sintiéndose incomprendido y hasta calumniado en Roma, donde no aceptaban su modo enérgico de corrección, dispuso alejarse de ahí para siempre y se fue a Tierra Santa.
Sus últimos 35 años los pasó en una gruta, junto a la Cueva de Belén dedicado al estudio de las Sagradas Escrituras y de la oración. Hizo de Belén un lugar de peregrinación para atender a los que llegaban de todas partes del mundo a visitar el sitio donde nació Jesús.
Con tremenda energía escribía contra los herejes que se atrevían a negar las verdades de nuestra religión. La Santa Iglesia Católica ha reconocido siempre en San Jerónimo, al hombre elegido por Dios para explicar y hacer entender mejor la Biblia, por lo que fue nombrado: “Patrono de todos los que en el mundo se dedican a hacer entender y amar más las Sagradas Escrituras”. Murió el 30 de septiembre del año 420, a los 80 años de edad.